Relatos, un género en alza



Julio Cortázar afirmaba: "La novela se gana por puntos, el cuento por K.O.", refiriéndose a este difícil género para que sea válido en su resultado, porque este autor conocía y dominaba la técnica narrativa que exige todo buen relato que merezca ser considerado como tal.

Este difícil género narrativo, corto en extensión pero largo en intensidad narrativa, la que agudiza su brevedad e impide por ello las digresiones que permite la novela, aumenta su dificultad a la hora de ser escrito ya que, por su corta extensión, exige que los tres elementos clásicos de la narrativa, como son el planteamiento, nudo y desenlace, se tengan que comprimir en poquísimas páginas, dando así una inexcusable importancia al final que tiene que dejar al lector sorprendido y "noqueado", ya que resume y explica de forma condensada toda la historia narrada que toma toda su verdadera significación en un final sorprendente o especialmente intenso en su desenlace.

A pesar de las exigencias ineludibles de este género, se ha creído siempre por parte de escritores noveles o poco duchos en la creación literaria que, por su brevedad, el relato o cuento es un género en el que se puede "ensayar" y realizar los primeros pasos en la literatura, con el consiguiente resultado mediocre o fallido que consiguen quienes, por falta de los conocimientos que da el oficio de escritor o por tener escaso talento narrativo, creen que un relato es contar una historia breve, pero sólo definiendo lo que es el inicio de la trama que se queda inconclusa por falta de espacio narrativo y por ausencia de conocimientos de la estructura que requiere este género que exige que este tipo de narración tiene que estar planteada, desarrollada y finalizada con una absoluta concreción y síntesis que otorga la maestría narrativa, sólo al alcance de escritores avezados o en posesión de un talento narrativo excepcional.

A pesar de la dificultad que conlleva escribir este género para que tenga esas notas de calidad literaria que atrape al lector, en España se ha venido ninguneando a este género por parte de la mayoría de las editoriales, por considerarlo un género poco rentable económicamente, y los únicos relatos que se han venido publicando siempre han sido de escritores ya consagrados y, por tanto, prometían dichas obras una seguridad en los logros económicos que justificaban la inversión realizada en su publicación.

Autores que son conocidos por su larga dedicación y preferencia por el relato son nombres que van desde Edgar Allan Poe (1809-1849) famoso por sus excelentes cuentos de misterio y terror, hasta Jorge Luís Borges, autor que siempre escribió relato, poesía y ensayo, pero nunca novela; y desde Guy de Maupassant (1850-1893), considerado un maestro del cuento de la literatura universal, hasta Antón Pavlovich Chéjov (1860-1904), famoso escritor ruso de relatos y dramaturgo, en cuyas obras se aprecia su concepto humanista y la importancia que da al estado de ánimo y al simbolismo sobre el argumento en sí, por lo que se le considera el iniciador del cuento moderno. Además de otros nombres de fama universal como es el checo Franz Kafka (1883-1924), autor de novelas y relatos, en cuya obra se aprecian elementos del surrealismo, expresionismo y existencialismo, movimiento este último al que estaba muy cercano. Otros autores que han cosechado con éxito el cuento, son Arnold Zweig (1887-1968), novelista, ensayista y dramaturgo alemán, aunque nacido en Polonia; también el escritor Augusto Monterroso (1921-2003), narrador y ensayista guatemalteco que cultivó el cuento, género en el que destaca su originalidad y tendencia a la parodia y la fábula; nombres a los que hay que añadir Alice Munro (1931-) la reciente Premio Nobel de Literatura, escritora canadiense, especializada en cuentos, en los que vierte la visión feminista del mundo. A estos nombres se podrían añadir otros muchos, igualmente significativos, pero haría la lista interminable.

En esta era de internet y de los medios digitales, el cuento tan olvidado por las editoriales, como se dice anteriormente, empieza a resurgir, ayudado por la facilidad que le ofrece el mundo digital por su corto formato y la creciente expansión del libro electrónico que se ha convertido en su mejor aliado, además de que se empieza a notar una mayor oferta en papel de relatos de diversos autores clásicos y actuales, porque, en esta sociedad de vorágine y prisas, el relato se adapta mejor por su intensidad y brevedad a las necesidades y preferencias de los lectores, tan aficionados a la exigente brevedad de las redes sociales, en las que prima más el significado que el significante, obligados a la brevedad que propicia internet.

Sellos editoriales como RBA con sus publicaciones de cuentos de autores tan dispares, y algunos muy actuales, como son los citados Monterroso y Munro, además del estadounidense Samuel Dashiell Hammett (1894-1961), autor de relatos policíacos; así como del escritor inglés, nacido en China, James Graham Ballard (1930-) en cuya obra se advierte su preferencia por lo fantástico y la ciencia ficción; también la editorial Páginas de Espuma publica la totalidad de la obra de cuentos del maestro Chéjov; Alfaguara que ha publicado a Roald Dahl (1916-1990), escritor galés de novela y cuentos; o Random House que tiene en su catálogo obras de Alice Munro y César Aira (1949-), narrador argentino y lingüista especializado en lenguas aborígenes de Hispanoamérica. Escritores a los que se podría sumar un largo etcétera que haría interminable esta lista de ofertas editoriales de relatos de diferentes autores y estilos, pero siempre dentro del difícil género del cuento, antes tan postergado.

Es importante este resurgimiento editorial de un género que ha sido infravalorado por considerarlo algo marginal dentro de la ficción, a pesar de que ha sido cultivado por grandes figuras de la literatura universal, de forma exclusiva o compaginándolo con la novela, y que han demostrado con su talento narrativo y su adecuación a los requisitos que exige la escritura del relato: concreción, intensidad, síntesis y cuidado desenlace, que este género no sólo puede competir con la novela, sino también ser una estrella dentro del firmamento literario que brilla por sí misma y sin mayores añadidos como una forma válida y meritoria de creación literaria, porque en sí condensa la capacidad creadora y narrativa de quienes utilizan la palabra para crear universos singulares en los que la acción se condensa en una chispa que recorre pocas páginas y termina iluminando el final, en el que queda perfilado en el imaginario del lector el talento narrativo de su autor, ya que, como dice el maestro Cortázar, es un género que, estando bien escrito, siempre "... gana por K.O.".



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