La felicidad conyugal, de Leon Tolstói, bellísima novela
que reflexiona sobre el amor y el matrimonio desde el punto de vista femenino.
La felicidad, conyugal, León tolstói |
Primera
obra de Tolstói en la que la voz narradora es una mujer
Releer
siempre es un placer, especialmente a los clásicos de la literatura universal
que, muchas veces, permanecen en un injusto olvido, porque la atención lectora
se proyecta sobre las múltiples novedades editoriales que llenan las librerías
y los temibles best-seller que se convierten en libros leídos compulsivamente,
aunque sean de dudosa calidad literaria, eclipsando las obras de autores que, a
pesar del tiempo transcurrido, son de lectura imprescindible para el recreo del
espíritu y el goce lector del verdadero amante de la buena literatura.
Una de estas obras es La felicidad conyugal, de León Tolstói
(Acantilado, 2012), primera de sus novelas que tiene como protagonista a una
mujer. Escrita en 1859,recién llegado del Cáucaso, donde había combatido al
lado de su hermano Nikolái, en la guerra de Crimea. La escribió tres años antes
de contraer matrimonio con Sonia Andreyevna Bers, hija de un medico moscovita,
con la que formó una gran familia ya que tuvieron trece hijos. Su matrimonio
parece ser el trasunto de la pareja que protagoniza esa obra, pues está
compuesta por un hombre maduro y una mujer que aún no ha abandonado la
adolescencia.
La novela
narra la historia de amor entre Serguéi Mijáilich y Máshenka y en esta obra Tolstói escribe, mientras dura
el noviazgo con su futura esposa, lo que le va sugiriendo que será su vida
matrimonial, en una especie de anticipación de lo que será su futuro al lado de
su novia, Sofía, a la que convierte en Máshenka, en un juego imaginativo
poderoso que pone de manifiesto una de las obsesiones más recurrentes de este
genial escritor como es la de tratar de diseccionar, analizar y descubrir los
entresijos del alma humana, de la psicología de cada persona, y narrarlo pero
siempre desde un tono realista riguroso, en el que plasmaba los claroscuros de
la mente humana sin ningún tipo de autocensura.
Así, en esa actividad creadora, no
sólo iba creando una historia, sino también intentando analizar y prever cuál
sería su propio futuro matrimonial, a través de una narración de ficción, en la
voz de la propia protagonista que es la única narradora que va describiendo sus
propios sentimientos a lo largo del transcurso de la larga vida matrimonial, en
la que se enfrentan dos personas con sus propias idiosincrasias, caracteres y
circunstancias vitales tan diferentes: por un lado, el hombre maduro que viene
al matrimonio con una pesada carga de experiencia vital y el consiguiente
desengaño; por el otro, la joven inexperta, deseosa de conocer y vivir los
placeres mundanos, para lo cual siente que su marido es el principal obstáculo,
el impedimento mayor y su carcelero, lo que hace que la relación se enfríe y
agriete. Siente que ha pasado de ser la mujer amada, a la mujer dominada,
vencida por los años y la larga convivencia y sólo encuentran un punto de unión
y de acercamiento a través de los numerosos hijos.
Es destacable en esta obra en la que
aparece de nuevo reflejada la visión que sobre la mujer tenía Tolstói, a la que
le da un papel redentor y salvador de la Humanidad -aún a costa de su sacrificio
personal-, por lo que la voz dominante se la da a la protagonista que es quien
va contando la verdad de sus sentimientos, de su vida en común, con los
claroscuros y el desengaño que toda relación sentimental conlleva después de
muchos años de convivencia. Otro cariz novedoso de esta novela es que el autor
crea el clima, la atmósfera narrativa, pero sin desvelar la totalidad del
contenido emocional de la narradora, en una invitación implícita al lector para
que adivine la verdad que permanece oculta en el corazón de la protagonista.
A partir de esta novela, en la obra
de Tolstói los personajes femeninos evolucionan y empiezan a tener una mayor
importancia que los masculinos, quizás debido a la fuerte influencia de su
esposa que le inspiró personajes tan rotundos como Natasha, en su monumental Guerra y Paz, y el de Kitty en la
extraordinaria novela Ana Karenina. Todos
ellos, tienen en común la atemporalidad, por lo que los sentimientos que
transmiten, sensaciones y pensamiento, son tan acordes y coetáneos con los de
cualquier lector actual que se siente sumamente atraído e identificado con unos
personajes que tienen el pulso real de seres humanos que los dota de
autenticidad, veracidad y belleza.
La felicidad conyugal, Leon Tolstói,
Traducción: Selma Ancira, Acantilado, 2012 (2ª edición), 176 pp.
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Nota.- Este artículo fue publicado en diario Siglo XXI/cultura/libros, el 20 de agosto de 2014: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/183110/la-felicidad-conyugal-de-leon-tolstoi